Es verano en la bella Brégamo. Un encuentro casual, una tragedia, la llama de un antiguo odio reavivada. Cualquier mínimo cambio en tu vida puede ponerla completamente patas arriba. Dos familias, un destino. Si quieres saber más, ya sabes... ¡a leer se ha dicho! P.D.: Empieza por el prefacio ;)
“Dos familias del mismo rancio abolengo, se entregan a nuevas turbulencias en la que la sangre patricia mancha las patricias manos.”
sábado, 30 de julio de 2011
jueves, 28 de julio de 2011
miércoles, 27 de julio de 2011
martes, 26 de julio de 2011
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jueves, 21 de julio de 2011
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jueves, 14 de julio de 2011
miércoles, 13 de julio de 2011
martes, 12 de julio de 2011
lunes, 11 de julio de 2011
Prefacio
Boom.
El estruendo de una explosión congeló por unos segundos la sangre en mis venas hasta que agitada por el temblor del suelo y dirigida por mi corazón desbocado volvió a fluir al ritmo de las alas de un colibrí.
Ya no importaba que él estuviera allí ni los motivos que me habían llevado a aquel lugar. Lo único que parecía lo bastante grande como para importar era ese mal presentimiento que se había instaurado mi mente y que había sido como una patada en la boca del estómago.
Mis pies me condujeron lo más rápido que eran capaces sobre aquellos tacones hasta el gran salón donde niños histéricos, jóvenes nerviosos y adultos en estado de máxima alerta aún se preguntaban qué estaba pasando. Alguien tiró de mí sacándome de entre la multitud. Claudio, uno de los hombres de confianza de mi padre.
- Sea lo que sea lo que haya pasado, señorita, será mejor que la saque de aquí.
Me disponía a rechistar cuando vi que nos reuníamos con el resto de la familia que había asistido a aquella fiesta y a los hombres que mi padre había traído consigo.
- ¿Dónde están mi padre y mi hermana? – Pregunté alarmada al no reconocerlos entre el grupo.
Se hizo un silencio tenso entre los presentes que solo se atrevió a romper Marco y los pedazos en que lo rompió cayeron como cristales de hielo sobre todos nosotros.
- Nadie los has visto desde antes de la explosión… o lo que coño haya sido esa cosa. Cat quería marcharse y nuestro padre la siguió para intentar convencerla.
Podía leer la preocupación en los ojos de mi hermano, mejor de lo que nadie más podría. Con un breve asentimiento ambos nos apresuramos en una carrera angustiosa hacia el parking del hotel donde sabíamos que encontraríamos o el alivio o la confirmación de nuestras dudas ignorando las voces que nos pedían esperar. Intentando ser más rápidos que los pasos que venían en nuestra persecución.
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